Cómo cuidar el turbo de tu coche: 5 vicios que tienes que eliminar ¡Evita averías!

Publicado en4 años hace

Si bien es cierto que aquella época en la que necesitabas ser un experto para ponerte al volante de un Porsche 911 Turbo de primera generación ya pasó, los motores turboalimentados requieren todavía cierta técnica para mantenerse completamente sanos y no padecer averías constantes a causa de un uso inadecuado. Aunque han evolucionado mucho tecnológicamente, hemos de ser conscientes de que no podemos tratar un motor con inducción forzada de igual forma que lo haríamos con un motor de aspiración natural.

Al igual que en su día os hablé de cinco malos hábitos que acaban reduciendo la vida útil de un vehículo con transmisión manual, o de otros tantos que pueden producir averías en un coche con transmisión automática, hoy es el turno de los motores turboalimentados.

Motor con turbo

Una vez más, utilizaré como base al excelente Jason Fenske en Engineering Explained, y a pesar de que su vídeo en esta ocasión está esencialmente enfocado a la conducción de coches de alto rendimiento, los consejos que Fenske nos da son completamente válidos para disfrutar con seguridad y alargar la vida de cualquier vehículo con un motor turbo -todo por evitar las costosísimas averías del turbo-.

Lógicamente algunos de ellos consideraréis que son obvios pero, como viene siendo habitual, muchos otros quizá no lo sean tanto, así que si tenéis un coche turboalimentado en vuestro poder quizá deberíais echar un vistazo a estas recomendaciones.

Arranca con calma y sin pisar el acelerador

Al arrancar siempre es recomendable esperar a que el motor coja algo de temperatura y que el turbo se lubrique bien. Tú deja que el aceite bañe todos los componentes, especialmente si el coche está frío. No es necesario que arranques 10 minutos antes de iniciar la marcha, simplemente con dejarlo al ralentí mientras te acomodas, pones la radio o el navegador y te abrochas el cinturón de seguridad puede ser suficiente, lo importante es que el sistema se lubrique y no se provoquen daños por rozamiento en zonas como el eje de la turbina.

Arranca suavemente para cuidar el turbo

Por otra parte, no es bueno pisar el acelerador para arrancar, lejos de lo que mucha gente cree. Con ello únicamente consigues someter a algunas partes del motor a un mayor esfuerzo y sin lubricación, especialmente en el caso de los turbodiésel que cuentan con piezas más pesadas y la relación de compresión es mayor.

Lo que debes hacer es arrancar siempre con el embrague pisado para ahorrar trabajo al motor de arranque y sin acelerar, esperando a que el aceite alcance la temperatura de funcionamiento idónea y lubrique de forma homogénea las diversas partes móviles del motor.

Cuando llegues a tu destino, deja reposar el motor

Cuando llegas a tu destino ocurre algo similar a lo que te contaba en el punto anterior. Si tienes un coche con turbo, es importante que dejes reposar el motor al ralentí durante unos segundos antes de apagarlo, especialmente si has conducido de manera agresiva y pegando acelerones, ya que a altas revoluciones el turbo se calienta en mayor medida. Dejarlo reposar permitirá que la turbina baje de revoluciones y que esta pueda enfriarse y lubricarse correctamente.

Deja que el turbo se enfríe antes de apagar

Recuerda que el turbo cuenta con rodamientos para poder girar a altas velocidades que se lubrican con el propio aceite del motor. Por este motivo si con el turbo muy caliente apagas el motor de golpe, este seguirá girando por la propia inercia pero sin lubricante, sufriendo con ello rozamientos que llevarán a un desgaste prematuro. Además, piensa que si quitas el contacto de golpe el aceite que queda en el interior del motor se carboniza por la alta temperatura de la turbina al detenerse la lubricación.

Si detenemos el motor la turbina dejará de recibir lubricación y se desgastará de forma prematura, pudiendo aparecer con el tiempo pérdidas de presión, silbidos, etc…

El motor, en su régimen de revoluciones óptimo

Una costumbre muy extendida en gran parte del mundo es conducir siempre en la marcha más larga posible para ahorrar combustible pero solicitando grandes aceleraciones en momentos puntuales. Sin embargo, este tipo de conducción afecta de manera especial a los propulsores turboalimentados, ya que provoca que el motor cree depósitos dentro del propulsor y cause averías porque los turbos no pueden alcanzar la presión de soplado que les hace funcionar de manera correcta. Si exigimos mucho al motor desde un régimen muy bajo las piezas estarán sometidas a mucha carga y sufrirán en exceso por el sobreesfuerzo.

Las revoluciones óptimas para cuidar el turbo de un coche

En los motores turbodiésel esto puede llevar a saturar la válvula EGR, con su consiguiente costosa reparación. Por otra parte, has de saber que las reducciones agresivas tampoco le sientan bien a los motores turbo, especialmente a los turbodiésel, que cuentan con piezas más pesadas.

Lo mismo ocurre al llevar el coche pasado de vueltas. Realmente no tiene mucho sentido estirar un motor turbo más allá del régimen de potencia máxima, entre otras cosas porque notarás que comienza a disminuir el empuje y lo único que estarás consiguiendo es aumentar el desgaste sin obtener mayores prestaciones. Lleva tu coche en el régimen adecuado de revoluciones -donde los turbos estén en su zona cómoda- si quieres aprovechar al máximo el potencial del turbo y aumentar su ciclo de vida.

El mantenimiento del coche, esencial

Piensa que el aceite es la sangre de tu motor, es el componente que hace que el turbo y toda la mecánica funcionen de manera correcta, por lo que quizá no sea muy recomendable usar un aceite de baja calidad o que lleve más tiempo en tu garaje que los juguetes de tu infancia. Por regla general, los aceites de mayor calidad suelen ser los sintéticos, los cuales presentan además una mayor durabilidad en número de kilómetros -Aquí te ayudamos con la búsqueda del mejor aceite del motor–.

En algunas ocasiones la gente tampoco presta atención a los filtros. Estos son los encargados de evitar que las impurezas y residuos del aceite entren en la mecánica, por lo que no escatimes en gastos e intenta que también sean de alta calidad.

Por último y, aunque esto es es común para todos los motores, no únicamente los turbo, nunca está de más comprobar el nivel de aceite en intervalos regulares. Puede que tu coche esté consumiendo más aceite del que debería y si te quedas sin lubricante el propulsor podría sufrir daños irreversibles y muy, muy caros.

El nivel de aeite es esencial para aumentar la vida del turbo

Además, siempre es recomendable que cumplas a rajatabla los períodos de revisión, ya que si los establece el fabricante en cada vehículo por algo será (y no, no es solo para sacarnos el dinero). Es más, personalmente te recomendaría incluso que adelantes los intervalos de revisión ligeramente, en especial si eres de los que les gusta ir a fuego, ya que el aceite y los filtros es preferible llevarlos siempre en buen estado.

Si vas a darle caña, que sea en caliente

Antes de exigirle las máximas prestaciones al coche que tienes entre manos te recomiendo que dejes que el motor llegue a su temperatura de servicio, localizada entre los 80º y 90º (depende del motor y el modelo), así de paso estará todo bien lubricado. Para ello, lógicamente, los trayectos que realices han de ser medianamente largos. Si le intentas sacar el máximo provecho al propulsor a bajas temperaturas, no solo estarás consumiendo mayor cantidad de gasolina, sino que además el desgaste de las piezas es mayor, y el turbocompresor es el elemento que más sufre en este caso al tener que soportar los gases de escape con temperaturas de hasta 1.000ºC.

Dale caña pero con el motor caliente

En frío siempre es recomendable no subir de las 2.000 revoluciones por minuto y pisar con tacto el acelerador. Recuerda que al aceite no le gustan mucho los cambios bruscos de temperatura, ya que puede cristalizarse.

Fonte: https://www.autonocion.com/como-cuidar-el-turbo-coche/

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